Comisión Política
Juco – Bogotá
- ¿Consumo consciente de qué?
En primera instancia, debemos aclarar que, en el marco de las discusiones que se dan en el proceso del Festival Distrital de la Juventud, nos centraremos en el problema del consumo de sustancias psicoactivas (SPA), en los efectos de la misma en la población juvenil capitalina, y en las apuestas y alternativas que como movimiento juvenil presentamos frente a la misma.
Es una aclaración importante pues hay propuestas que hablan de consumo consciente y responsable, no sólo de SPA sino de todas las mercancías ofrecidas por el capitalismo.
¿Qué son sustancias psicoactivas?
Según el Observatorio de drogas de Colombia[1], son sustancias de origen natural o sintético que cuando se consumen por cualquier vía (oral-nasal-intramuscular-intravenosa) tienen la capacidad de generar un efecto directo sobre el sistema nervioso central, ocasionando cambios específicos a sus funciones; que está compuesto por el cerebro y la médula espinal, de los organismos vivos. Estas sustancias son capaces de inhibir el dolor, modificar el estado anímico o alterar las percepciones.
Ejemplos de SPA son: la marihuana (en sus distintas especies), éxtasis, metanfetamina, Popper, LSD, Revotril, 2CB.
Desde algunos enfoques también se incluyen dentro de las SPA sustancias legales como el alcohol y el tabaco.
- Un pequeño diagnóstico del consumo de SPA en Bogotá
Según la Encuesta Distrital de Juventud – 2014[2] las sustancias más consumidas por los jóvenes en Bogotá son alcohol, cigarrillo y marihuana, menos del 10% de la población juvenil capitalina consume otro tipo de sustancias. Y según la misma encuesta la curiosidad (69,8%), la presión de grupo (24,8%) y las situaciones de estrés, angustia o depresión (24%) son los principales factores para iniciar el consumo de SPA.
Según el Estudio de consumo de sustancias psicoactivas en Bogotá D.C.[3] El grupo de edad con mayor prevalencia de uso de sustancias ilícitas en el último año es el de 18 a 24 años, con el 9%, seguido por el grupo de 12 a 17 años, con el 7.4%, y el de 25 a 34 años, con el 5.5%.
En cuanto a estratos socioeconómicos, el mayor consumo reciente de sustancias ilícitas se encuentra en el estrato 1, con el 6.2%, seguido del estrato 2, con 5.6%. Los resultados por grupos de edad indican que las personas que cumplen los criterios de abuso y dependencia tienen mayoritariamente entre 18 y 24 años y representan el 5.1% de la población total de esa edad, seguidos por los adolescentes, con casi el 5%.
La marihuana continúa siendo la droga ilícita de mayor consumo en la ciudad. Entre 2009 y 2016 el consumo reciente o del último año de marihuana pasó del 2.3% al 4.1%. Cerca de 240 mil personas consumieron marihuana en el último año, de las cuales 120 mil muestran signos de abuso o dependencia. Los mayores niveles de consumo están en los grupos de 18 a 24 años y de 25 a 34 años.
“Al igual que en el estudio de 2009 y relacionado con las variables sociodemográficas, los resultados señalan que los jóvenes con edades entre 18 y 24 años presentan los más altos índices de consumo de todas las sustancias.” [4]
Esta cifra también se ve también reflejada en los indicadores nacionales aportados por el Observatorio Nacional de Drogas, al menos en cuanto a los estudiantes universitarios.
- Problemas asociados al consumo de SPA
- Criminalidad asociada al consumo de SPA
Parte del problema que afrontan las y los jóvenes de la ciudad con el consumo de SPA es que, al ser sustancias prohibidas, su comercialización y distribución se hace en la clandestinidad, lo cual tiene como consecuencia directa que sea ejecutada por grupos dedicados al crimen organizado: las mafias.
Esto acarrea, por lo menos, los siguientes problemas:
a. De entrada, toda mafia debe recurrir al ejercicio de la violencia para mantener un escenario de regularidad que permita el flujo de ganancias (no van a acudir ante un juez para hacer respetar sus derechos). Esto lo que implica es que un joven que consume SPA debe acercarse a estos grupos y por lo tanto exponerse a un clima de violencia extrema, en el que su vida está en riesgo.
Según el Observatorio Nacional de Drogas los delitos más frecuentemente asociados al microtráfico y al menudeo de drogas ilícitas son: homicidio; hurto; fabricación, tráfico y porte de armas de fuego o municiones; tráfico, fabricación o porte de estupefacientes y concierto para delinquir. criminalidad_asociada_drogas.pdf
b. En nuestro país, además de la violencia que caracteriza a cualquier grupo mafioso en el mundo, estos grupos además tienen fuertes vinculaciones con estructuras paramilitares y contrainsurgentes, así que no sólo controlan el microtráfico en las ciudades, sino que se dedican al señalamiento, persecución y asesinato de dirigentes sociales, limpieza social y otras formas de criminalidad sustentadas por un proyecto de ultraderecha de control social a partir del terror.
Uno de los principales objetivos de ataque para estos grupos son los jóvenes, pues representan mayoritariamente esa disidencia social que pretenden eliminar, bien sea por la pertenencia a grupos políticamente organizados o por expresiones de la vida juvenil que estos grupos entienden como “anormales”.
c. También por el fenómeno del conflicto en nuestro país, que aún no termina, la Policía tiene tratos y negocios con las bandas paramilitares que controlan el negocio del microtráfico, por lo cual, los jóvenes no encuentran en el Estado un refugio para blindarse contra este clima de violencia.
Así, según la Encuesta Distrital de Juventud[5] un 30% de los jóvenes de la ciudad sienten que su vida corre mucho riesgo por cuenta del microtráfico de drogas, y esta proporción aumenta en la medida en que el nivel socioeconómico es más bajo.
Criminalización y estigmatización de la vida juvenil
Un segundo problema que surge para las y los jóvenes consumidores de SPA es que es una actividad generalmente estigmatizada, lo anterior por efecto de la prohibición y los dispositivos culturales de construcción y consolidación de hegemonía (escuela, religión, medios de comunicación, etc.)
No haremos en este escrito un juicio de valor sobre el consumo de sustancias psicoactivas, lo dejaremos en que es una actividad, en principio, amparada por la Constitución Política en tanto que es una manifestación del libre desarrollo de la personalidad y de la libertad individual, de esta manera, estamos hablando de un derecho de las y los jóvenes.
Tal como lo hemos evidenciado líneas arriba, son los jóvenes el grupo poblacional que más consume este tipo de sustancias, y por efecto de la estigmatización, ese argumento se transforma en sofismas como “todos los jóvenes son marihuaneros”.
El efecto de lo anterior es que se ve al joven como un sujeto potencialmente peligroso en la medida en que desarrolla una actividad que, de por sí, es anormal: el consumo de SPA. Así, la juventud y los espacios juveniles terminan siendo objeto de señalamiento social y especial persecución por parte de las fuerzas policiales.
- Propuestas frente al consumo de SPA
- La propuesta institucional
A nivel general, el Estado colombiano está haciendo un esfuerzo por avanzar en el problema del consumo de SPA, superando su abordaje desde la política criminal para pasar a entenderlo como un problema de salud pública.
Así, la Política Nacional de Atención al Consumo de SPA se enfoca en la prevención y la atención en salud para consumidores. Sin embargo, este es un esfuerzo que no ha impactado en todas las esferas del Estado, y que pareciera impulsado únicamente por algunos programas de la Presidencia de la República. Lamentablemente, la visión del consumidor como un sujeto a perseguir sigue presente en el modus operandi de la Policía Nacional y de una buena parte de la rama judicial.
También la alcaldía de Bogotá tiene una política para la atención del consumo de SPA[6], política que fue expedida en la época en la que Clara López fungió como alcaldesa encargada de Bogotá mediante el Decreto 691 de 2011.
Esta política tiene 5 ejes estructurantes:
- Fortalecimiento y/o Desarrollo de Potencialidades para la Vida
- Alternativas Socioculturales y Recreativas
- Movilización de Redes Sociales
- Oferta de Servicios de Atención Integral y Diferencial
- Resignificación del Consumo y la Vinculación a la Oferta de Sustancias Psicoactivas Propuestas en el marco del acuerdo de La Habana
El Acuerdo firmado entre el gobierno colombiano y las FARC-EP es un tema complejo que debe ser abordado desde una perspectiva multidisciplinar y multidimensional, procurando atacar a los eslabones más fuertes de la cadena del narcotráfico, en vez de perseguir a los sujetos más vulnerables (el cultivador y el consumidor).
De esta manera, lo que propone el acuerdo de La Habana (en el punto 4.2) es reforzar la propuesta institucional de tratamiento al consumo de SPA como un problema de salud pública que, en general, tenga los siguientes componentes:
- Un sistema nacional de atención a las personas consumidoras de drogas ilícitas.
- Una revisión y ajuste participativo de la política pública frente al consumo de drogas ilícitas.
- Planes de acción participativos con enfoque territorial y poblacional.
- Evaluación y seguimiento de las acciones que se adelanten en materia de consumo.
- Generación de conocimiento en materia de consumo de drogas ilícitas.
Lo que tenemos entonces es un refuerzo y rediseño del esquema de atención al problema como un problema de salud pública, haciendo énfasis en la participación ciudadana en el diseño, implementación y seguimiento de estas medidas.
- ¿Qué es el consumo consciente y responsable?
No hay mayores referencias escritas a lo que denominamos consumo consciente y responsable, más allá de las memorias del primer Festival Distrital de la Juventud (2013) y las discusiones que de alguna manera se adelanten al interior de nuestra organización.
Así, podríamos extraer algunas notas características de lo que entendemos por esta tesis:
- Es un consumo que entiende el contexto en el que se está desarrollando, las situaciones de violencia a las que se expone el consumidor y el flujo de ganancias en el negocio del microtráfico.
- Con este entendimiento, es un consumo que apuesta a minimizar al máximo de posibilidades estos riesgos, por ejemplo, mediante el cultivo de marihuana para consumo personal, evitando así comprar a las mafias fuertemente controladas por el paramilitarismo.
- Como con el consumo de cualquier otro elemento (alcohol, cigarrillo, cafeína o hamburguesas), la apuesta es evitar el abuso de manera que haya impactos mínimos a la salud del consumidor.
- Si bien el consumo puede llegar a configurar una, o unas identidades juveniles, apostamos por dejarlo en la órbita de lo privado y del ejercicio de la libertad individual, así, nuestra apuesta es no mezclar el consumo con otros ejercicios que requieren de la plena conciencia del sujeto, en particular, con los espacios de elaboración y materialización de nuestra política como organización.
- Al ser un consumo reducido a la órbita de la libertad individual, parte del ejercicio “consciente y responsable” del consumo implica abstenerse de inducir a otros, en particular, a miembros de nuestros espacios organizativos a consumir, mucho menos vincularse a redes del microtráfico fungiendo como dealers o intermediarios.
- Propuestas para el FDJ
Con estos elementos, proponemos a las otras expresiones juveniles en este proceso:
- Entender el fenómeno del consumo de SPA como un problema complejo, multicausal, atravesado por un negocio capitalista controlado por mafias paramilitares.
- Bajo este entendimiento, interpretar al consumidor como una víctima del fenómeno, y, por lo tanto, elaborar una propuesta para la defensa de sus derechos, tanto a la libertad y libre desarrollo de la personalidad como a la atención en salud para el problema del consumo crónico de estas sustancias.
- Por lo tanto, exigir como jóvenes los espacios de participación ciudadana previstos en el acuerdo de La Habana para el rediseño y la veeduría de los programas de atención al consumo, haciendo énfasis en un control sobre la policía para superar la criminalización de los consumidores y sobre todo de los consumidores jóvenes.
- Un diálogo sobre prácticas que podemos adoptar como organizaciones (consumo consciente y responsable) que nos permitan generar consciencia contextual sobre este problema y evitar algunos de sus riesgos sin negar que el consumo es una realidad juvenil con la cual debemos interactuar.
[1] “Sustancias psicoactivas”, Observatorio de Drogas de Colombia, consultada 4 de julio, 2017, http://www.odc.gov.co/problematica-drogas/consumo-drogas/sustancias-psicoactivas
[2] Alcaldía Mayor de Bogotá, Encuesta Distrital de Juventud (Estudio J-14), (Bogotá: 2014).
[3] Alcaldía de Bogotá – Secretaría Distrital de Salud y Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Estudio de consumo de sustancias psicoactivas en Bogotá D.C., (Bogotá: Legis, 2016). Pág. 15.
[4] Alcaldía de Bogotá – Secretaría Distrital de Salud y Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Estudio de consumo de sustancias psicoactivas en Bogotá D.C., Pág. 154.
[5] Alcaldía Mayor de Bogotá, Encuesta Distrital de Juventud (Estudio J-14), págs. 323-324.
[6] Alcaldía Mayor de Bogotá – Secretaría de Salud. Política pública para la atención y prevención del consumo y la vinculación a la oferta de sustancias psicoactivas en Bogotá D.C. (Bogotá: octubre de 2011).