Barranquilla, conocida actualmente como un bastión del poder político en manos de la familia Char, y una plataforma crucial para el partido Centro Democrático en la costa Caribe, contiene una historia rica y compleja en la lucha de clases.
Más allá de los centros comerciales y los megaproyectos promovidos por la alcaldía de Alejandro Char, la ciudad fue, en el siglo XX, un hervidero de pensamiento marxista-leninista que alimentó tanto a las élites intelectuales como a los movimientos obreros. Esta historia, marcada por la lucha obrera y la resistencia contra la explotación, es fundamental para reivindicar las dinámicas sociales y políticas de Barranquilla como herederas de una tradición de lucha revolucionaria que debe honrarse.
El surgimiento del pensamiento Marxista-Leninista en Barranquilla
A principios del siglo XX, Barranquilla se encontraba en pleno auge, con un flujo constante de mercancías provenientes de Europa y América. Esta apertura llegó a la acumulación de grandes capitales por las familias empresariales de la ciudad, a coste de condiciones aún más precarias de explotación de las y los trabajadores de la ciudad. Fue entre estas condiciones que el marxismo-leninismo se albergó entre las élites intelectuales locales. Inspirados por los textos de Karl Marx, Friedrich Engels y Vladimir Lenin, figuras como Juan B. Fernández Renowitzky y Víctor Eduardo Caro comenzaron a formar círculos de estudio y discusión.
Fernández Renowitzky, conocido por su aguda crítica social, fundó el periódico “La Voz del Pueblo”, que se convirtió en una plataforma para difundir ideas revolucionarias. Otro ejemplo es Víctor Eduardo Caro, quien por medio de sus escritos en “El Libertador”, abordó temas de justicia social y denunció la explotación laboral. Estas publicaciones sembraban las semillas de conciencia de clase entre la población barranquillera, abriendo el camino para la acción política.
El ascenso de las élites intelectuales populares
El marxismo-leninismo encontró terreno fértil entre las élites intelectuales de Barranquilla, quienes veían estas ideas como una herramienta para combatir la desigualdad determinante de las dinámicas sociales de la ciudad y el país en general. Escritores, periodistas y académicos dinamizaron sus plataformas para amplificar el pensamiento marxista-leninista. Además de las publicaciones mencionadas, se fundaron clubes de lectura y círculos de discusión, como el Círculo de Estudios Sociales, que se convirtió en un espacio crucial para el intercambio de ideas.
Entre este ámbito intelectual destacaba la figura de José María Vargas Vila, prolífico escritor y crítico social cuyas obras influyeron profundamente en la juventud intelectual de Barranquilla. Sus textos, entre ellos “Ibis” y “Los Divinos y los Humanos”, ofrecían una fuerte crítica de la sociedad colombiana y promovían la emancipación intelectual y política.
El movimiento de la clase trabajadora empobrecida
El crecimiento industrial y portuario de la ciudad atrajo a miles de trabajadores que soportaban largas jornadas, bajos salarios y condiciones de vida precarias. Mientras las élites intelectuales difundían sus ideas, la clase trabajadora barranquillera, sometida a condiciones laborales arduas e incluso letales, se organizaba para luchar contra la explotación.
La Confederación Obrera Nacional (CON), fundada en 1927, jugó un papel crucial en la organización de estos trabajadores. La CON lideró huelgas y protestas, como la Huelga de los Trabajadores Portuarios en 1930, exigiendo mejoras en las condiciones laborales. A pesar de ser reprimida violentamente, esta huelga demostró la capacidad de organización y resistencia de la clase trabajadora barranquillera frente a las fuerzas opresoras.
Organizaciones y eventos clave
El pensamiento marxista-leninista en Barranquilla no solo se difundió a través de individuos y publicaciones, sino también mediante la creación de organizaciones y la ocurrencia de eventos clave. Fundado en 1926 por un grupo de intelectuales y activistas comprometidos con la causa revolucionaria, entre ellos Tomás Uribe Márquez, Raúl Eduardo Mahecha, y María Cano, el Partido Socialista Revolucionario (PSR), fundado en 1926, fue una de las primeras organizaciones políticas en adoptar una plataforma marxista en Colombia.
El programa político del PSR se basaba en la lucha de clases y la defensa de los derechos de los trabajadores y campesinos, con su objetivo principal siendo la transformación radical de la sociedad colombiana mediante la abolición de la explotación capitalista y la instauración de un gobierno socialista. El PSR no solo abogaba por reformas laborales por medio de manifestaciones y huelgas organizadas, sino que también se oponía a la dominación imperialista y enfocaba su lucha en la justicia social y distribución equitativa del capital de producción, principalmente la tierra.
En lo que PSR lograba ganar influencia, sus líderes y miembros percibieron la necesidad de formar una organización más amplia y cohesionada para enfrentar los desafíos políticos y sociales del país. En 1930, tras reuniones y debates internos, se decidió transformar el PSR en el Partido Comunista de Colombia (PCC). Este cambio fue la indicación de un alineamiento más claro y directo con el marxismo-leninismo internacional, así también como un compromiso con una estrategia de lucha más organizada y disciplinada.
Así las cosas, en el último pleno del PSR celebrado en julio de 1930 en la ciudad de Bogotá, tuvo lugar al nacimiento oficial del PCC. Este encuentro contó con la participación de destacados líderes comunistas, incluyendo a Tomás Uribe Márquez y María Cano, y estableció las bases ideológicas y organizativas del nuevo partido. El PCC se comprometió a luchar por la emancipación de la clase trabajadora, la reforma agraria y la construcción de una sociedad socialista en Colombia.
En 1935, se llevó a cabo en Barranquilla el Primer Congreso de Trabajadores de la Costa Atlántica, que reunió a delegados de diferentes sindicatos y organizaciones de trabajadores de la región. Este congreso fue un espacio de debate y planificación de estrategias para enfrentar la explotación y luchar por los derechos laborales y políticos de la clase trabajadora.
Además, el Sindicato de Trabajadores del Puerto de Barranquilla jugó un papel fundamental en la defensa de los derechos de los trabajadores portuarios. Fundado en 1930, este sindicato lideró huelgas importantes que desafiaban a los empresarios portuarios y exigían mejoras laborales.
La convergencia y el conflicto
A pesar de sus objetivos compartidos, seguían irreconciliables las discrepancias entre las élites intelectuales populares y la clase trabajadora en cuanto a las estrategias a seguir. Mientras que los intelectuales abogaban por un enfoque gradual y educativo, los trabajadores, desesperados por sus condiciones de subyugación, optaban por acciones más directas y confrontacionales.
Esto dicho, cabe resaltar que sí hubo momentos de convergencia, como la Huelga General de Barranquilla en 1945, donde trabajadores e intelectuales se unieron por la demanda de reformas laborales y sociales. Esta huelga resultó en algunas concesiones por parte del gobierno y los empleadores, demostrando el poder de la unidad en la lucha por la justicia social.
Conclusión
Barranquilla, más allá de su imagen moderna y comercial, es un testimonio de la lucha por la justicia social y la igualdad en Colombia. El desarrollo del pensamiento marxista-leninista en la ciudad, a través de la participación de élites intelectuales, la agitación por medio de la prensa, y la organización obrera, refleja una rica historia de resistencia y transformación revolucionaria.
En este contexto, el marxismo-leninismo propone varios objetivos concretos a corto plazo que cobran relevancia al día de hoy. Primero, la construcción de conciencia de clase masiva es fundamental para unir a los trabajadores y campesinos en la lucha contra la explotación capitalista, cuyo modelo operativo no ha dejado su carácter elemental desde el siglo XX. Es a través de la formación política y la organización de fuerzas, que se puede fortalecer la identidad de clase y la solidaridad entre los oprimidos.
El fortalecimiento del centralismo democrático es esencial para garantizar una dirección unificada y eficaz en los movimientos sociales y políticos. Este principio organizativo, que combina la centralización del liderazgo con la participación democrática de las bases, permite tanto ejercer una toma de decisiones rápida y coordinada, como mantener la legitimidad y el apoyo de los miembros.
Hoy, bajo la sombra de la familia Char y el dominio del Centro Democrático, es más crucial que nunca recordar y reivindicar la historia de lucha y resistencia de esta ciudad. Barranquilla no solo ha sido un nido de poder político contemporáneo, sino también una cuna de ideas revolucionarias que han transformado a la sociedad colombiana desde sus cimientos y a través de su historia. La construcción de una conciencia de clase masiva, la emancipación de la clase obrera y la abolición de la explotación capitalista son más relevantes que nunca en una ciudad marcada por la desigualdad y el dominio de unas pocas familias poderosas. El fortalecimiento de estas anteriores es la tarea que urge a las y los barranquilleros que buscan,desde su participación y organización política, construir una sociedad más justa.