“La clase obrera debe generar sus propios intelectuales orgánicos ligados al proletariado, que desarrollen un papel fundamental en el avance de una contra hegemonía para arrebatar la hegemonía cultural a la clase burguesa, por medio de la infiltración de los espacios del estado, participando en todos los ámbitos culturales, ejecutando una guerra cultural en contra de la visión y valores burgueses”
Por: Luis Carlos Gómez
En nuestro camino revolucionario, nos encontramos ante un obstáculo inmenso -la hegemonía cultural capitalista- una imposición de características de clase burguesa a la cultura, un arma de dominación “no violenta” que se ha apropiado de muchas conciencias usando todo tipo de artimañas, trucos, mentiras y tergiversaciones, logrando de esta forma mantener el dominio sobre la clase dominada, la clase proletaria; a estas conciencias atrapadas las manipula, las confunde, las vuelve unas contra otras, desvía y suprime todo conocimiento, organización y trabajo que pueda llegar a desafiarla o que pueda llegar a poner en riesgo la imposición de ideas, valores, tradiciones y pensamientos, que benefician únicamente a los intereses de la clase dominante del sistema capitalista.
Esta hegemonía cultural se encuentra más viva que nunca, por el mundo se difunde todo tipo de información y de ideologías manipuladas, se expanden y se distribuyen sin ningún tipo de control, llegan a cada rincón, a cada persona sin importar su ubicación geográfica. Constantemente la sociedad es guiada y controlada a través de normas y leyes, a través de la no violencia, de costumbres morales, de religiones absurdas y fantasiosas, de políticas economicistas y populistas que engañan; todo esto aísla cada vez más a la clase trabajadora de su completa liberación. La sumerge en completa dominación.
Antonio Gramsci, importante teórico marxista italiano y fundador del partido comunista de Italia, conceptualizó esta hegemonía cultural, analizándola desde una perspectiva marxista. Gramsci parte desde el entendimiento de la superestructura (Instituciones y concepciones relacionadas con política, cultura, religión, justicia, etc.) y cómo esta súper estructura depende de la estructura (Relaciones de producción y fuerzas productivas). Las relaciones de producción y fuerzas productivas, son en pocas palabras, la base de toda la súper estructura social, política, jurídica, cultural y religiosa. Para Gramsci, la base económica, el modo de producción de la vida material, es el fundamento principal y material de toda la vida social política y cultura, por lo cual, dependiendo de como sea la base económica, tal cual serán las ideas o la política de dicha sociedad, es decir, la hegemonía cultural. Stalin escribe bajo el mismo contexto al afirmar que “según sean las condiciones de existencia de la sociedad y las condiciones en que se desenvuelve su vida material, así son sus ideas, sus teorías, sus construcciones e instituciones políticas”[1].
A partir de las ideas de Karl Marx y Frederic Engels: “las ideas dominantes de a clase dominante son las ideas dominantes en cada época”[2]. Gramsci explica que la clase dominante se instaura en la superestructura, se apropia de ella y la usa en su beneficio, así como a la hegemonía cultural que ha conseguido después de imponer sus características de clase. Esto quiere decir que la burguesía, como clase dominante en el sistema de producción capitalista, impone su visión, sus ideas, sus valores y su modo de vida, como legitimas, justas y beneficiosas para todos, cuando en realidad, la intención es que la clase trabajadora las asimile para que no tengan dudas del “estado de armonía” y “democracia”, evitando así que esta misma clase trabajadora pueda ver la dominación burguesa que se cierne sobre ella.[3]
Pero para conseguir esta hegemonía cultural y dominación, la clase dominante del sistema de producción capitalista ha conseguido un consenso cultural y político que permite la aceptación, asunción y asimilación de la hegemonía cultural capitalista dentro del capitalismo. Esta aceptación por parte de la gran mayoría de la sociedad, según Gramsci, es la mayor dominación que puede haber, pues esta dominación total no puede ser conseguida sin la sumisión del dominado, es por esto que la aceptación de las ideas, valores, tradiciones y pensamientos que impone la hegemonía cultural burguesa, hace mucho más difícil y compleja la tarea de aplicar una contra hegemonía efectiva, ya que cuando la sociedad acepta y asimila estas ideas, las asume como propias, se identifica con ellas y las defiende.
Gramsci desarrolla una estrategia para arrebatar la hegemonía cultural a la burguesía, en la cual los intelectuales juegan un papel importante. Aquí Gramsci separan dos tipos de intelectuales, los tradicionales y los orgánicos (quienes son los más importantes para la clase obrera). Los intelectuales tradicionales solo se enfocan en la transmisión del conocimiento y no están necesariamente vinculados a una clase social específica, por lo que no son articuladores de la hegemonía de una clase u otra o del mantenimiento de los privilegios de una clase social concreta. Por el contrario, los intelectuales orgánicos cumplen una función económica y política, Gramsci sostiene que los intelectuales orgánicos son los organizadores de la función económica y política de la clase a la que están ligados, estos intelectuales no solo producen conocimiento si no que también desempeñan un papel activo en la promoción y defensa de los intereses de su clase, además tiene fuertes vínculos con la clase dominante de un modo de producción concreto y están estrechamente vinculados a la clase dominante y comparten su visión del mundo y sus interés, trabajando en beneficio de la hegemonía cultural a la clase a la que pertenecen o sirven estos intelectuales desempeñan un papel crucial en la distribución y mantenimiento de la hegemonía cultural de la clase dominante.[4]
Para contrarrestar esta hegemonía cultural capitalista y exponer la realidad que la burguesía mantiene y desea mantener encubierta, la clase obrera debe generar sus propios intelectuales orgánicos ligados al proletariado, que desarrollen un papel fundamental en el avance de una contra hegemonía para arrebatar la hegemonía cultural a la clase burguesa, por medio de la infiltración de los espacios del estado, participando en todos los ámbitos culturales, ejecutando una guerra cultural en contra de la visión y valores burgueses, de esta forma imponiendo los valores e ideología revolucionaria del proletariado, difundiéndola a través del uso de todas las herramientas posibles, sin perder de vista el objetivo final, la toma del poder político y la instauración de la dictadura del proletariado. Gramsci reconoce la importancia de la ideología para influir en la estructura social, como en la religión o la educación. Y si la clase trabajadora quiere tomar el poder, debe crear intelectuales orgánicos.[5]
Para Gramsci, la implantación de la hegemonía cultural proletaria es un paso previo a la toma del poder político, y aunque a primera vista pareciera que hay una contradicción con las ideas de Karl Marx y Frederic Engels, en las cuales explican que “las ideas dominantes de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época”[6], el sentido común nos puede indicar que no es posible alcanzar la hegemonía cultural sin la conquista del poder político, ya que sin la toma del poder, la clase trabajadora no podrá convertir sus valores e ideología revolucionaria en ideas dominantes. Gramsci defiende la conquista de la hegemonía cultural como paso previo a la conquista del poder político, asegurando que la clase trabajadora y sus elementos más conscientes (comunista e intelectuales orgánicos) deberán haber alcanzado un nivel de hegemonía cultural, de tal forma que hayan sentado suficientemente las condiciones subjetivas para que la clase trabajadora se conciencie y se dé cuenta de la necesidad de tomar el poder para su liberación, además de que no puede imponer su hegemonía de clase hasta tomar el poder, teniendo en cuenta que la burguesía como clase dominante usara su hegemonía para resistirse y evitar la pérdida del poder político.
Gramsci nos hace una advertencia acerca de la necesidad de que los comunistas y los intelectuales orgánicos fijen las bases para la revolución y convenzan a la clase trabajadora y a la gran mayoría de la sociedad de la necesidad de la revolución y el derrocamiento de la burguesía, empleando una contra hegemonía, y que no se debe separar la lucha cultural de la lucha política.
Es una tarea nuestra, como juventud comunista y como partido comunista, permear e influir en todos los campos del estado ampliado, con el objetivo de ejecutar una contra hegemonía y una batalla cultural, desafiando las relaciones de poder existente, contrario a los valores y visión que la burguesía impone al resto de la sociedad.
[1] Stalin J. (1938) Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo histórico. Omegalfa https://omegalfa.es/downloadfile.php?file=libros/sobre-materialismo-dialectico-y-materialismo-historico.pdf
[2] C. Marx & F. Engels. Feuerbach. Oposición entre las concepciones materialista e idealista. (Primer Capítulo de La Ideología Alemana).
[3] Pérez Oier. [Red planeta] (2023-08-01). La hegemonía cultural de Gramsci [Video]. YouTube. http://youtube.com/9MDfP4t4jbw?si=LDbN3RrBgdBojSFU
[4] Pérez Oier. [Red planeta] (2023-08-01). La hegemonía cultural de Gramsci [Video]. YouTube. http://youtube.com/9MDfP4t4jbw?si=LDbN3RrBgdBojSFU
[5] Pérez Oier. [Red planeta] (2023-08-01). La hegemonía cultural de Gramsci [Video]. YouTube. http://youtube.com/9MDfP4t4jbw?si=LDbN3RrBgdBojSFU
[6] C. Marx & F. Engels. Feuerbach. Oposición entre las concepciones materialista e idealista. (Primer Capítulo de La Ideología Alemana).