La Paz: más allá de un Sí, es una profunda voluntad colectiva de cambio

octubre 5, 2016

La Paz: más allá de un Sí, es una profunda voluntad colectiva de cambio

octubre 5, 2016

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   Por: Sebastián Cristancho

Muchos nos sorprendimos el domingo 2 de octubre cuando en el plebiscito por la paz triunfó el No. Y no quiero expresar aquí que este era un resultado inevitable y evidente, ni que aquellos que realizaron una campaña con toda su fuerza teníamos que desanimadamente pensar así, sino que deteniéndonos un poco a revisar, un pueblo como el nuestro, obligado a una precaria cultura política y con una conciencia históricamente manipulada de manera sistemática por parte del guerrerismo y los sectores dominantes económica y políticamente, era difícil que en un mes consiguiera poner su voto racionalmente en conexión con el momento histórico vivido y apoyara decididamente el Sí, y, en cambio, era perfectamente posible que llevado por el odio y la reflexión poco profunda, apoyara el No para conseguir su victoria.

De los 34.899.945 colombianos habilitados para votar, solo participaron 13.066.047, de esos, 6.377.482 votaron por el Sí y 6.431.376 votaron por el No, es decir, con una abstención del 63%, del total de los votos, el 49,78% apoyó el Sí y 50,21% apoyó el No. Dentro de los resultados, además se puede evidenciar de forma general, que las zonas ubicadas en la periferia del territorio nacional fueron las que votaron Sí, y el centro del país, muchas veces lejano al desenvolvimiento de la guerra, le dio la fuerza a el No, a excepción de Boyacá y Bogotá.

A pesar de la poca participación de la ciudadanía, el resultado nos muestra un país polarizado en la decisión, pero asimismo deja ver con esto, que la mentalidad conservadora sigue siendo el elemento más compartido por los colombianos, que a pesar del tamaño de la decisión que se tenía que tomar, no acudieron a las urnas y, por el otro lado, dentro de los que acudieron, lo hicieron más por elementos de tipo sentimental que por una meditación adecuada sobre lo que se estaba definiendo. Así, seguimos siendo una democracia poco modernizada que toma sus definiciones a medias y más con el corazón que con la cabeza, sin negar que toda decisión racional implica también una definición pasional, lo importante aquí es resaltar qué fue lo que predominó.

 

Campañas radicalmente diferentes para un resultado distinto

Siendo honestos, la campaña por el No tenía una ventaja sobre el Sí, solo era cuestión de catalizar el sentimiento de odio cultivado dentro de los colombianos durante años, para seguir estigmatizando a la insurgencia, y dentro de ello, a lo acordado y a toda opinión diferente y alternativa al orden vigente, era cuestión de mezclar palabras con poco fondo, como “castro-chavismo” e “ideología de género”, para llamar la atención conservadora de los colombianos para apoyar el No en las urnas, o para confirmar su poca participación, porque como siempre: “participando o no participando eso no se va a cambiar nada”.

Los del Sí, si realmente queríamos diferenciarnos, debíamos trabajar por construir una opinión crítica e histórica con respecto a lo acordado y a lo que se estaba definiendo, la determinación pragmática de apoyarnos exclusivamente en los sentimientos no hace sino trabajar en el campo del No, despreciando esta ventaja que no se nos sacó en un mes sino que se tiene construida en la historia por parte de las clases en el poder y los grandes medios de comunicación afines a ellas. Lo anterior, sin querer de ningún modo despreciar los esfuerzos y espacios de pedagogía para la paz que se realizaron a favor del Sí explicando lo acordado y el reto de construir la paz con justicia social y la apertura democrática.

Y es que forjar una opinión crítica e histórica con respecto a la realidad, no era tarea fácil en un mes, pero no es una tarea que haya nacido con la campaña en el plebiscito, es la tarea que siempre hemos tenido las fuerzas del cambio, elevar los niveles de conciencia de nuestro pueblo. Pero sin negarnos como una resultante histórica, hay que insistir en que hemos sido insuficientes en ello, que eso se ve reflejado en los pocos niveles de organización y unidad de la sociedad civil, y que esto último, construido también de manera histórica, sería el único camino para igualar y superar la ventaja subjetivo-pasional que hasta hoy y hasta que se prolongue el orden existente, siempre nos va a tener el mundo de los privilegiados y sus fuerzas políticas.

Y es que siempre salimos a una contienda electoral con las mejores intenciones pero pasando por alto lo anteriormente mencionado. Creemos que la conciencia de nuestro pueblo va a cambiar de la noche a la mañana y por sí misma en tiempos de tomar una definición electoral, en el caso del plebiscito, que la gente tenía la obligación de votar por el Sí, sin confirmar por medio de nuestros actos, que esto, que merecía por lo menos un esfuerzo mental que negara de alguna manera el estado de vida presente, no se produce espontáneamente, si se derivara por el simple desarrollo de la realidad pues ni siquiera era necesario plantearnos una campaña para ganar opinión a favor del acuerdo y la paz.

Forjar la conciencia del cambio y evitar una paz de élites

La realidad no se presenta a plena vista tal y como es, si fuera así, las grandes transformaciones sociales se harían solas y no habría necesidad de la ciencia y de los partidos del cambio. El sentido común es conservador, está acorde con lo existente y permite moverse en medio de ello, los del No tenían la función de seguir reforzándolo por su lado pasional, los del Sí de la derecha (triunfalistas), que saben trabajar de esta manera, no hicieron ni lo uno ni lo otro sistemáticamente en favor de los acuerdos más allá de los grandes actos, habrá que evaluar cuánto sinceramente desde la izquierda trabajamos por el Sí, y realmente logramos actualizar el sentido común con el momento histórico desde ejercicios críticos de reflexión, ya que esos ejercicios son los que hoy pueden acompañar decididamente a los acuerdos y la paz en las calles y no solamente en las urnas.

La culpa no es de nuestro pueblo, este ya expresó en parte como piensa, si pensara diferente y de manera mayoritaria este orden no sería el mismo incluso desde antes de la votación, la incapacidad es de las fuerzas organizadas para romper determinantemente el cerco conservador con el que trabaja y domina lo existente y sus privilegiados, para que por medio de una voluntad definitiva, colectiva y crítica se construya una nueva realidad.

Las zonas golpeadas por el conflicto y las víctimas, por su cotidianidad atormentada y su conciencia sobre ello, actuaron firmemente en favor de la paz, sin olvidar su dolor pero por un orden distinto con miras a la reconciliación nacional; las zonas menos golpeadas con sus excepciones, manipuladas con mentiras, actuaron correspondientemente a favor de lo existente respaldando el No, aunque a pesar de ello, sin conseguir una victoria aplastante a nivel general.

Para seguir apoyando lo acordado e impulsando la paz, una vez perdida la batalla electoral, debe continuarse la lucha ahora por medio de la movilización social y callejera, es necesario que sigamos estimulando ese movimiento reflexivo que abraza lo nuevo y se deshace de lo viejo, que apoya un país en paz hasta sus últimas consecuencias y deja de lado un orden injusto y de guerra, debemos seguir realizando esto para ratificar a los del Sí y convencer a los del No y a los que no participaron para que lo hagan consecuentemente. Pero, sobre todo, debemos hacer entender que la paz no tiene dueño, que es un derecho de todos y entre todos la echaremos a andar.

Multiplicar nuestro trabajo y acciones de masas permitirá evitar que la paz se convierta en un pacto de élites para la renegociación, en una improvisación política irresponsable por parte de estas, o en una excusa para que derivemos en un nuevo episodio de guerra con sus vergonzosos costos humanos y materiales. Debemos convertir la paz en un sentimiento nacional mayoritario acorde a una voluntad subjetivo-racional de conseguir un país lleno de oportunidades, democracia y justicia, respaldando lo acordado para que se empiece a implementar ya.

No hay tiempo para dudar sino para lograr en este momento definitivo para el país lo que hemos luchado por toda una historia. En nuestros actos está el camino, como parte de ese valioso y valeroso 49,78% que ya apoyó el Sí en las urnas como un paso seguro hacia la paz, no seamos inferiores a nuestros sueños ni a las necesidades de la patria. Por supuesto que viviremos y venceremos en razón de las grandes mayorías populares y la felicidad de todos los colombianos.