La conciencia crítica y de clase de los maestros en la práctica pedagógica.
Por: David Esteban Reyes
Las diferentes visiones sobre el maestro
Son varias las corrientes pedagógicas que se han desarrollado a lo largo del tiempo, cada una distinta a la otra, ya que sus particularidades radican en las experiencias de los contextos sociales y económicos específicos de la época, sin embargo, estas tienen un factor común entre sí, los cuales son los participantes de la práctica pedagógica, el maestro y el estudiante. Cada una les asigna roles específicos a estos actores, por ejemplo, las visiones más tradicionales catalogan al docente como una figura de autoridad y absoluta, esto en términos intelectuales -es el profesor el que lo sabe todo- mientras que los estudiantes son vistos como simples recipientes estáticos y vacíos esperando por el conocimiento que les pueda brindar el maestro. Si bien es cierto que estas corrientes han tenido unos cambios significativos en cuanto a su forma de operar hoy en día, muestra de ello ha sido la forma en la que opera la violencia simbólica dentro del aula de clases, la cual es bastante efectiva y por sus dinámicas se siguen utilizando en las escuelas del mundo, pero su carácter sigue siendo autoritario y represivo.
Pero el panorama no es desalentador, a la vez han surgido otras visiones del deber ser de la práctica pedagógica o de la educación en cuanto tal, muestra de ello, son las corrientes de la pedagogía crítica, cuyos máximos postulados es que la educación debe servir para la emancipación de la humanidad, para romper con las relaciones de opresión que operan ocultas en la cotidianidad de la sociedad, esto implica que hay un cambio significativo en la concepción sobre los roles de los actores de la práctica pedagógica, ahora, ni el maestro es una figura autoritaria, ni de represión y tampoco el estudiante es un ser inactivo e ignorante. Partimos del reconocimiento de la voluntad de ambos, el profesor, a partir de la capacidad crítica que posee asume una actitud desalienante, toma una conciencia social y enfoca su accionar en una nueva relación social entre iguales, dota de inteligencia al alumno y con él construye la práctica pedagógica enfocada hacía el análisis crítico de la realidad para su posterior transformación.
El docente y el neoliberalismo
La instalación del neoliberalismo en la esfera política y económica del mundo ha provocado que haya una desfiguración de las visiones reivindicativas de los sujetos, por ejemplo, los trabajadores, cuya organización y lucha sindical han conllevado a la obtención del mejoramiento de las condiciones laborales, las cuales ha tenido un papel importante en el ámbito social hasta el siglo XX y principios del XXI, sin embargo, en la actualidad estos movimientos han perdido esa conciencia de clase y colectividad, para ahora priorizar el interés individual, característica de la doctrina neoliberal, esto ha sido así debido a que este ha tomado presa a la educación y se ha encargado de convertirla en su fuente primaria de reproducción del establecimiento, convirtiéndola en un mercado más. Por lo tanto, la función del maestro ha venido tornándose en una labor reproductora e indigna en cuanto a sus condiciones laborales, su fuerza de trabajo es intelectual y su forma de explotación sigue siendo la misma a la de los obreros de las industrias, pues ambos son concebidos por la clase dueña de los medios de producción y de reproducción como capital al que pueden mercantilizar.
La práctica pedagógica como un proceso de producción y consumo
En este orden de ideas, el quehacer de los docentes -entiéndase este como la impartición de las clases- se convierte en un proceso de producción de una mercancía inmaterial en la gran empresa en la que el neoliberalismo ha convertido a la escuela, esa mercancía que señalo, es la práctica pedagógica que desde mi abordaje epistemológico de la pedagogía crítica debería ser la construcción de un proceso analítico entre el docente y los estudiantes enfocado en la problematización, inicialmente de los contextos y de su posterior transformación. Es el maestro quién la produce, pero debe haber un consumo de la misma para que esta cumpla la condición de mercancía, la demanda de esta recae en los estudiantes. Esta mercancía inmaterial es la información que memorizan los estudiantes y que después serán evaluadas en pruebas específicas, las cuales no buscan demostrar la capacidad intelectual y formación humana del estudiante sino su retenimiento de la información que le transmitió el docente.
Esta forma de producción tiene otras aristas que se deben analizar, y es la de la responsabilidad del Estado en garantizar el acceso y mantenimiento a la educación de los ciudadanos, entendiendo esta como un derecho y no como un privilegio, este es un fenómeno propio del neoliberalismo cuyo propósito es la reducción de la incidencia del Estado en cuanto a las formas de bienestar de la población, mientras que los sectores privados aumentan cada vez más sus tentáculos en la vida social.
El maestro y estudiante alienados
La idea de que la práctica pedagógica se ha convertido en un proceso de producción y consumo, nos dice que hay otras características de este modelo, ya lo proponía Marx en su escrito sobre el trabajo enajenado, el cómo el obrero, en este caso el docente, cae inmerso del fenómeno de extrañamiento de eso que produce, el docente no se identifica en la práctica pedagógica, no la interioriza como propia y por lo tanto no le da la importancia que esta merece, es por eso que se dedica únicamente a la reproducción de la información que le es entregada en textos redactados por corporaciones de carácter privado, es así como realmente la práctica pedagógica en el sentido de la perspectiva crítica no funciona, ya que si el maestro no siente suyo su quehacer, ni eso que produce, que llamémoslo interés por el conocimiento, pues el alumno tan poco le dará la importancia que esta merece, por lo que al final la educación solo se vuelve una simple simulación con la que juegan los dueños del capital, ya que cuando los estudiantes se gradúen, las necesidades económicas y sociales los empujaran a la cualificación para el trabajo, en donde se garantice la empleabilidad, en donde el sector privado tiene una amplia incidencia en el tema, ya que el objetivo de esta relación es el ajustar la educación para el funcionamiento del mercado.
La pedagogía crítica y la militancia
Aunque este sea el panorama en el que estamos, y aunque parezca cuanto menos desesperanzador, aún existen formas de romper con estas formas de opresión y reproducción y es el reconocimiento por parte de los docentes de voluntad, papel crítico y político, la tarea nace en las facultades de educación de las Universidades, en donde son los docentes en formación quienes a través del estudio y la práctica podrán romper con ese ciclo alienatorio, es un deber que tal vez no esté documentado o plasmado literalmente, pero si desde la moral y del pensamiento crítico.
La organización es a la vez un medio fundamental para el contrapeso de la hegemonía, desde el movimiento estudiantil y el movimiento sindical profesoral, los cuales lograran articular las actividades de resistencia desde las aulas y las calles, estas últimas que han pertenecido históricamente a la clase trabajadora del mundo, en donde se exige y lucha, por eso para concluir, es importante reconocer que es a través de la educación liberadora y crítica como se podrá emancipar del yugo hegemónico de la superestructura burguesa, es entender también el eje colectivo de la práctica pedagógica, la cual debe ser realizada por todos y todas quienes crean en el proceso revolucionario de los oprimidos. Por eso finalizo diciendo, organización y lucha.