¡El trabajo apesta! ¡Lo sé!

julio 31, 2024

¡El trabajo apesta! ¡Lo sé!

julio 31, 2024

Una introducción al concepto de alienación marxista

“La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas”. Carlos Marx, 1844, Manuscritos filosóficos y económicos.

Por: Andrés Torres

“¡El trabajo apesta! ¡Lo sé!” dice Tom DeLonge, vocalista y guitarrista de la banda de pop punk Blink-182 en, la que podría ser la más reconocida de sus canciones, All The Small Things.

Cuando esa canción fue lanzada al mundo en 1999 yo apenas tenía 6 añitos (Sí, se que eso me hace próximo a ser descalificado de la parte “JU” de la JUCO) y en esa época no sabía lo que significaba trabajar o por qué podría ser algo negativo. Ahora que llevo varios años de experiencia laboral, me es mucho más claro.

Y no soy el único. Al interior del video oficial de “All the Small Things” en YouTube (2009), en su sección de comentarios muchos de los más votados mencionan que ese verso de que el trabajo apesta golpea muy distinto cuando se es adulto, sabiendo que muchos delos que están comentando probablemente eran tan chicos como yo cuando escucharon la canción por primera vez.

Fuera de lo que nos diga una canción millenial, hay cifras estadísticas que muestran claramente esta tendencia. La encuestadora Gallup (2024) observó, en un estudio hecho a finales del año pasado, que el 77% de trabajadores a nivel global se sienten desconectados o activamente desinteresados por su trabajo.

Entonces, ¿qué puede estar ocurriendo en las experiencias de tantas personas que, a pesar de desconocerse, comparten esta noción del trabajo como algo que apeste?

Carlos Marx se tomó más de la mitad de su vida para responder esta pregunta en múltiples dimensiones, por lo que no entraré en excesivo detalle sobre sus planteamientos. Sin embargo, en este texto buscaré exponer uno de los tantos análisis que este gran autor hizo, y que sigue siendo bastante relevante hoy en día.

En sus manuscritos filosóficos y económicos, Marx (1844) ahondó un poco en el concepto de la enajenación o alienación que sufre un trabajador a costa de vivir bajo la estructura del trabajo asalariado propia del modo de producción capitalista. Esta enajenación, dice Marx, se presenta de cuatro formas fundamentales:

1. La enajenación del obrero con el producto de su trabajo.
2. La enajenación del obrero con el acto de producir.
3. La enajenación del obrero con su “ser-genérico”.
4. La enajenación del obrero con otros obreros.

Ahondemos un poco en lo que significa cada planteamiento.

Enajenación del obrero con el producto de su trabajo

 

Esta forma de enajenación es una de las que permite con mayor claridad entender el modo de producción capitalista en el que nos desenvolvemos.
Partamos del hecho de que el sistema capitalista se compone principalmente de dos clases económicas definidas por su relación con la propiedad privada, es decir, por el hecho de que sean o no propietarios de instrumentos de producción como fábricas, terrenos, herramientas, y maquinaria a su discreción.

La clase poseedora (o burguesía) buscará aumentar sus riquezas constantemente, y para eso, necesita de personas que trabajen en sus fábricas con sus herramientas para generar productos que se vendan y generen ganancias. Esas personas que trabajarán en las empresas del burgués somos aquellos desafortunados que precisamente no somos dueños de otras fábricas o empresas (el proletariado), y que lo único que tenemos para vender es nuestra fuerza de trabajo, o nuestra capacidad de producir.

La forma por la que el empresario se relaciona con la clase trabajadora es por medio del contrato laboral, en donde le pagará al trabajador un salario por laborar unas cuantas horas al día independiente de los productos finales que desarrolle al final de su jornada.

De esta forma podemos apreciar la enajenación del trabajador con el producto de su trabajo en algunos aspectos:

  1. Todo producto final que el trabajador hace al final de su jornada se lo queda el empresario. Nada de lo que produce directamente el trabajador es suyo, aparte del salario que reciba al final del día.
  2. Lo que el empresario le pague al trabajador siempre será menos de lo que éste produjo ya que, de lo contrario, el empresario no se enriquecería.
  3. Como el trabajador obtiene menos dinero de lo que produjo, nunca tendrá el poder adquisitivo para comprar o acceder a los lujos que creó, lo que significa que por cada día en que el trabajador produzca más mercancía, en la misma manera aumentará la brecha entre su precariedad y la riqueza del burgués.

Esto significa también que todo producto que se crea se elimina de todo rastro de la persona o grupo de personas que lo crearon. Un objeto ya no tiene nombre, solo marca. Nunca se nos permite conocer quienes nos proveen nuestro alimento o nuestra ropa. Solo se nos permite identificar con claridad la corporación que compró la fuerza de trabajo de otros con el fin de vendernos lo que ellos y ellas hicieron.

Una consecuencia adicional de la alienación con el producto del trabajo es la alienación con la materia prima que se usa para producirlo. Si no sabemos quienes producen un objeto, tampoco sabemos cómo se produjeron sus precursores. Esto se observa claramente en la desconexión que tenemos con la naturaleza, fuente de toda la riqueza. Al no saber cómo se obtiene la materia prima de ella, abrimos las puertas a la extracción desenfrenada que nos ha llevado al desastre ecológico y climático que nos amenaza hoy.

Entonces, podemos ahora entender cuando Marx afirma correctamente que “cuantos más objetos produce el trabajador, tantos menos alcanza a poseer y tanto más sujeto queda a la dominación de su producto, es decir del capital”.

En corto, las relaciones de producción dentro del capitalismo llevan a que el producto del trabajo del obrero se muestre como un ente extraño con un poder sobre él ya que el obrero, a pesar de no poseer lo que produce, sí necesita de estos productos para sobrevivir con la energía suficiente para poder regresar al trabajo el día siguiente, como lo necesita su patrón.

Enajenación del obrero con el acto de producir

 

Ahora bien, dentro del modo de producción capitalista, el trabajador no sólo percibe la enajenación con el producto que crea, sino también, con el acto de producir como tal.

Para entender esto plantearé la siguiente pregunta: ¿Cuál es la motivación principal de trabajar de la gran mayoría de la población obrera? Sencillo, ganar dinero para evitar dormir a la intemperie y con el estómago vacío al final del día.

Esa es una motivación poderosa, por supuesto, pero es una motivación negativa. Nosotros como clase obrera nos vemos en la obligación de trabajar bajo pena de muerte por inanición, enfermedad y abandono.

Trabajar, entonces, no se vuelve un ejercicio voluntario de desarrollo personal y espiritual, sino todo lo contrario; un ejercicio de auto negación forzada. El dicho coloquial de “ganarse la vida” significa precisamente que, en el marco de nuestra sociedad, la prioridad está en el trabajo, y la vida al final del día es la recompensa. Nuestra vida se detiene al inicio de la jornada laboral y reanuda al final de esta. Como menciona Marx, “tan pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como la peste.”

Pero por esa misma coacción trabajamos. En contra de nuestra voluntad, y, por ende, con la percepción de que la persona que existe desde las 8 a.m. hasta las 6 p.m. (en el mejor de los casos) no es Andrés, Camila, Ricardo, o Gabriel, sino un objeto extraño, otro engranaje más de la máquina. El acto de trabajar nos separa, nos lleva a enajenación de nosotros mismos.

Enajenación del obrero con el “ser-genérico”

 

Para no entrar en una descripción semántica sobre el “ser-genérico” que posiblemente nos separe del tema actual, quiero postrar la afirmación de que, en resumidas cuentas, Marx está indicando que el trabajo enajena al obrero con lo que podríamos considerar la “naturaleza humana”.

Al invocar este concepto sé que se puede abrir un enorme debate sobre lo que se puede considerar la “naturaleza humana” por lo que quiero indicar que el mismo Marx (1845) en sus obras posteriores deja de utilizar este argumento del “ser-genérico” como indicador del trabajo enajenado.

Sin embargo, quiero traer a colación algunos de los argumentos que Marx trae sobre este concepto que sí tienen una realidad material y que, en mi opinión, resuenan con la experiencia común de la enajenación a causa del trabajo.

Para empezar, si analizamos a la humanidad en su historia universal podremos ver que una característica propia de los seres humanos es que nosotros producimos excedentes materiales. En la medida en que el resto de los animales actúan para satisfacer su hambre inmediata, el desarrollo productivo de la humanidad no sólo ha llevado a satisfacer sus necesidades de comida y vivienda, sino que la ha permitido crear reservas de comida y de material de construcción para evitar pasar hambre y frío en el futuro.

Es más, en estas condiciones de excedente material es que nosotros como humanos podemos realmente desarrollarnos social e intelectualmente. Cuando tenemos comida y un techo propio es que tenemos el espacio para educarnos, disfrutar del goce, y relacionarnos en comunidad. Es en estas condiciones en las que podemos cuestionarnos el mundo en el que vivimos y generar productos que no son estrictamente necesarios para nuestra supervivencia como el arte plástico y la música.

Pero el curso de la historia nos ha mostrado que el uso que se ha dado a estos excedentes es lo que nos ha llevado a la propiedad privada y a nuestro actual modo de producción capitalista. Y aquí podemos ahondar en la enajenación que el trabajo da a ese “ser-genérico” que planteaba Marx.

Como lo hemos visto anteriormente, el trabajo es para el obrero, algo que hace por coerción con el fin de producir mercancías que no podrá comprar con el salario que recibe. El proletario en el sistema capitalista no tiene su existencia garantizada ya que tiene la obligación de trabajar día a día para poder comer.

Cuando contraponemos esto último, el hecho de que los trabajadores en el modo de producción capitalista no tienen garantizada su vivienda y comida, con el hecho de que la humanidad se caracteriza por exactamente lo opuesto, producir excedentes de recursos vitales, observamos que hay una contradicción directa.

La sociedad produce o tiene el potencial de producir más alimentos de lo que la clase obrera requiere, pero esta última se encuentra obligada a trabajar en condiciones de enajenación para acceder al mínimo de recursos que garanticen su supervivencia.

De esta manera podemos afirmar que el trabajador está lejos de poderse desenvolver en su potencial como ser humano. Al verse en una situación de trabajo enajenado termina auto percibiéndose más como un animal que como una persona. Marx describe esta degradación del trabajador así:

De esto resulta que el hombre (el trabajador) sólo se siente libre en sus funciones animales, en el comer, beber, engendrar, y todo lo más en aquello que toca a la habitación y al atavío, y en cambio en sus funciones humanas se siente como animal. Lo animal se convierte en lo humano y lo humano en lo animal.

Incluso, si se retoma el análisis del “ser-genérico”, se podría argumentar que, si un animal vive para satisfacer sus necesidades en el día a día, el hecho de que un trabajador en condición precaria ni siquiera tenga la posibilidad de satisfacer estas con certeza haría de este individuo alguien cuyo objetivo como ser haya fracasado, gracias al yugo del capital. El animal está más alineado con su razón de ser en el día a día, el trabajador en precariedad no.

Enajenación del obrero con otros obreros

 

Para terminar este análisis de la enajenación, podemos observar que, hasta el momento, hemos analizado el trabajo enajenado desde las consecuencias que este le trae al trabajador como individuo.

Pero la realidad es que, dentro del modo de producción capitalista, el obrero no es un ente aislado de su sociedad y tampoco lo es la producción. Después de todo, una de las características propias del capitalismo es que la producción se hace de forma social y las ganancias se concentran en individuos gracias a la propiedad privada.

Entonces el trabajo enajenado también va a tener repercusiones en la forma en la que el trabajador percibe a otros pares de clase. Cuando notamos que un trabajador necesita de un empleo que le permita recibir un salario para su manutención, se observará que otros trabajadores que se encuentren desempleados competirán con él por ese mismo cargo.

Gracias al incentivo de la precariedad, un trabajador buscará venderse en el mercado laboral por un menor salario si eso significa que podrá comer dos veces al día en vez de una. Y habrá trabajadores que no podrán competir con esas condiciones, por lo que se volverán desempleados ellos mismos.
Este juego, en beneficio de la burguesía, lleva a que un trabajador vea a otro como un enemigo a vencer, y no como un compañero de lucha. La xenofobia, el racismo, el patriarcado, la homofobia, la transfobia, el colonialismo, y la supremacía blanca son todas alimentadas por este odio creado por la propiedad privada, y perfeccionado por el capitalismo.

El resultado es que el individualismo y la atomización de la comunidad se exacerba. Cada vez los espacios que normalmente serían de encuentros casuales y amigables entre vecinos se vuelven más efímeros.

El neoliberalismo ha acelerado esa destrucción de la tela comunal. Hoy las crisis de salud mental, los aumentos de suicidio, y la soledad de la urbe moderna tienen una causa directa e indiscutible en las relaciones de producción de nuestra sociedad.

En conclusión, el trabajo enajenado se nos presenta como un fenómeno que lleva a la precarización cada vez más grande de la clase obrera, a la negación de que los trabajadores se desarrollen como seres humanos, a la posibilidad de considerarlos como animales en vez de personas, a fomentar los prejuicios que más nos divide y a la apatía respecto a la destrucción de la naturaleza que nos rodea.

Sabiendo que estas consecuencias se gestan de la propiedad privada y de la necesidad que tiene una ínfima minoría de la sociedad de vivir en lujo a costa del trabajo ajeno, queda claro que es imperativo que todos y todas, como clase obrera unida, llevemos a cabo la destrucción del modo de producción actual para poder gestar un nuevo mundo que nos permita recuperar la agencia y dignidad robada por el capital.

Solo así podremos construir una sociedad donde cada persona pueda desenvolver su potencial en libertad, manteniendo una perspectiva de sostenibilidad clara y por fin retirando los distintos grilletes del odio, la discriminación, y la guerra que tanto nos han plagado en nuestra historia.

¡Recuperemos la vida! ¡Acabemos juntos con el trabajo enajenado!

Bibliografía

Youtube.com “blink-182 – All The Small Things (Official Music Video)”. Junio 16, 2009. Video. 2:50 https://www.youtube.com/watch?v=9Ht5RZpzPqw
Gallup. “State of the Global Workplace“ 2024. Reporte de datos. https://www.gallup.com/workplace/349484/state-of-the-global-workplace-2022-report.aspx
Marx, Carlos. “MANUSCRITOS ECONOMICOS Y FILOSOFICOS DE 1844” 1844. Libro. https://pensaryhacer.wordpress.com/wp-content/uploads/2008/06/manuscritos-filosoficos-y-economicos-1844karl-marx.pdf
Marx, Carlos. “Tesis sobre Feuerbach” 1845. Libro. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/45-feuer.htm