La difícil pero imprescindible tarea de construir un movimiento juvenil en Bogotá

mayo 7, 2017

La difícil pero imprescindible tarea de construir un movimiento juvenil en Bogotá

mayo 7, 2017

Por: Juan Valbuena

El movimiento juvenil es una complicada construcción social, sobre la cual es difícil teorizar y más difícil aún es incidir en su construcción, asumiendo por supuesto que somos parte de esa construcción, y que como jóvenes estamos frente al reto de preguntarnos por nuestra identidad y, a partir de allí, intentar transformarla, en un esfuerzo general por transformar la sociedad.

Y podríamos partir de esto último para intentar encontrar algún hilo conductor en ese complicado cajón de sastre que representamos: la juventud (o las juventudes, dependiendo de la perspectiva) es un anhelo por cambiar lo existente, sea cual sea la forma de su expresión, un común denominador en las distintas y muy diversas manifestaciones de lo juvenil es la aspiración por la construcción de un futuro, y porque este futuro sea algo distinto, en algunos casos mejor, que el presente que nos ha tocado vivir.

Partiendo de esa tesis tendríamos entonces que preguntarnos por el presente de la juventud, por eso que se rechaza de lo actual, para intentar elaborar una propuesta que logre unificar esos esfuerzos en un cauce común, algo más efectivo para materializar esa aspiración de transformación de la sociedad que, de entrada, compartimos.

Por supuesto va a ser muy difícil que hagamos esto en una perspectiva global e incluso nacional, así que intentaremos centrar nuestros esfuerzos en identificar esos posibles focos de inconformidad para la juventud en Bogotá para luego elaborar algunas propuestas sobre la unidad juvenil en la ciudad.

Una pequeña caracterización de la juventud en el distrito

Esta somera caracterización se basará en la experiencia que hemos acumulado como organización y en el “Estudio distrital de juventud 2014”[1] elaborado por distintas instituciones distritales bajo la alcaldía de Gustavo Petro.

De entrada, hay que decir que, si caracterizamos los jóvenes como un grupo etario (entre los 14 y los 28 años según el estatuto de ciudadanía juvenil) ya somos una amplia porción de la población bogotana: 1.956.042 jóvenes en la capital, lo que representa el 24,9% de la población capitalina.

Sólo en este grupo encontramos que:

  • El 86,5% pertenece a estratos 1, 2 y 3.
  • El 41,7% de los jóvenes dependen económicamente de sí mismos.
  • La población joven alcanza mayoritariamente (61,3%) la básica secundaria y media como máximo nivel educativo, mientras que el 16,9% ha llegado a la universidad y el 15,2% a un nivel técnico o tecnológico.
  • Aunque el 63,6% de jóvenes que estudian cursa o ha cursado su último nivel educativo en un establecimiento público, no se reconoce el papel del Estado en la financiación educativa; al contrario, para el 68,1% la familia ha sido la encargada de esta tarea.
  • Casi la mitad de jóvenes (49,7%) están vinculados a la educación formal; casi la mitad (49,9%) no lo están.
  • El 46,7% de jóvenes está trabajando actualmente.
  • El 44% de jóvenes que trabajan reciben menos de un salario mínimo.
  • La mayoría de jóvenes (67,4%) considera que su derecho a la vida está desprotegido o muy desprotegido.
  • Sólo un 12,3% siente que la Policía protege su derecho a la vida.
  • En general, las y los jóvenes consideran que la principal amenaza que identifican de que se restrinja su libertad proviene de las instituciones (policía y ejército especialmente).
  • La mayoría (63,6%) cree que el servicio militar debe restringirse, cambiarse por un servicio civil o que se respete la objeción de conciencia.
  • La mayoría de jóvenes creen que por su condición de juventud tienen mayores dificultades para acceder a varios espacios, siendo el acceso a créditos bancarios (69,5%), a una vivienda (68,2%) y a cargos de elección popular (64,1%) los primeros en la lista.
  • Las y los jóvenes perciben que hay poco apoyo a sus iniciativas, planteando mayoritariamente que nunca son apoyados por los servidores públicos (56,8%) ni por las autoridades (55,5%), mientras que algunas veces sí lo son por los adultos (56,1%) y por otros jóvenes (56,2%).
  • Tener las mismas oportunidades para elegir y ser elegido es el elemento más importante de la democracia para la mayoría de jóvenes (40,1%), frente a la exigibilidad de los derechos y el respeto a la diferencia, por ejemplo.
  • Las condiciones materiales (56,1%) y morales (18%) priman frente a la sanción judicial a los victimarios (13,1%) en las percepciones de las y los jóvenes sobre lo necesario para lograr una paz duradera.

Estas cifras representan una pequeña radiografía de las principales dificultades que las y los jóvenes de la capital encuentran en su diario vivir, describen qué es eso de la realidad juvenil que se presenta como lo más tortuoso y, por lo tanto, qué es lo que podríamos proponer para intentar concentrar las distintas expresiones juveniles.

Tenemos entonces una juventud que, aunque representa una buena parte de la población de la ciudad, no tiene mayores espacios de acceso a derechos como el trabajo y la educación, cuyos derechos a la libertad y a la vida son pobremente protegidos por las instituciones públicas y que no es tenida en cuenta como un sujeto político decisivo para la toma de las decisiones que afectan a la ciudad.

Y esto sólo atendiendo a la clasificación etaria de la juventud y a sus posibilidades de acceso a los derechos establecidos por la constitución y la ley, pues nos faltaría analizar un sin número de dimensiones políticas y culturales en las que la juventud está envuelta.

¿Cómo hilar semejante diversidad?

Si algo nos queda claro es que la juventud es un campo social heterogéneo, no sólo por su envergadura demográfica, sino porque se mueve en muchas dimensiones y espacios que pueden configurar distintas subjetividades, formar incontables identidades y agrupar muchas formas distintas de ser joven.

Sin embargo, esas condiciones de precariedad en la que vive una gran parte de la juventud son, a la vez, la mejor potencialidad para intentar tejer una aspiración común: la dignificación de sus condiciones de vida, la posibilidad de ser plenamente jóvenes y eso no es otra cosa que garantías de derechos para la juventud.

Así, la construcción de una plataforma que pueda hilar las distintas reivindicaciones en un solo canal de exigencia sería un método más efectivo para que las mismas se hicieran realidad, superar la dispersión entre quienes luchan por mejor educación, trabajo digno, espacios para el deporte, el arte y la cultura y construir una sola voz nos posicionaría de manera mucho más fuerte como el actor decisivo que somos para la vida de la ciudad.

Ahora bien, eso no necesariamente significa que deba existir un solo aparato organizativo que agrupe a todas las expresiones juveniles capitalinas, eso no sólo sería una tarea interminable por su variedad y número, sino que cortaría los elementos más característicos de la juventud: su heterogeneidad y su diversidad.

Más bien proponemos un trabajo conjunto, en red, amplio y diverso que lo que garantice sean canales de comunicación, en principio entre las distintas organizaciones juveniles, y en el mediano plazo, entre distintas formas de expresión de la juventud, independientemente de si se traducen o no en formas de organización.

Sólo una plataforma que más que estructura orgánica tenga puentes efectivos de comunicación tiene la potencia de unir las distintas reivindicaciones de la juventud y construir un verdadero movimiento juvenil, que haga valer sus derechos y se posicione como sujeto político de vital trascendencia social para Bogotá, de otra forma, seguiremos siendo ignorados.

Una construcción en contexto

Esto por supuesto, no se puede hacer al margen de los hechos más relevantes de la vida política social y nacional, que impactan a la juventud, no sólo porque hacemos parte activa de esta realidad (como ya se ha señalado) sino porque del desenvolvimiento de los acontecimientos y las decisiones que se tomen ahora, marcarán profundamente el resto de nuestras vidas.

Así, no podemos dejar de señalar dos elementos que, a nuestro juicio, son fundamentales para el desarrollo presente y futuro de nuestra vida:

  1. El proceso de paz: Estamos frente a una posibilidad que, tal vez, no se le haya presentado a ninguna otra generación desde que llegaron los españoles a invadir América: la posibilidad de construir un futuro en el que los conflictos que siempre surgen al interior de las sociedades pasen por mecanismos de resolución que no impliquen la violencia armada y generalizada.

Esa esperanza de construir otro tipo de país, representada en los acuerdos de La Habana y en el diálogo del gobierno nacional con el ELN, se vuelven la médula de la actividad política de la juventud, y de su lucha por materializar derechos, es decir, de su lucha por construir las condiciones de la paz.

  1. La disputa por la ciudad: En esa aspiración de transformar la sociedad y de que estas transformaciones sigan la senda de la paz, Bogotá juega un papel clave en la medida en que es la más grande concentración de población de todo el país, y, por lo tanto, de conflictos. Si no hacemos de la ciudad un laboratorio de paz, en la que haya una relación mucho más democrática entre el gobierno y la gente para definir el rumbo de la ciudad (en todos sus aspectos), la paz tendrá muy pocas probabilidades de éxito.

Así, qué tipo de ciudad queremos construir, con cierto tipo de espacios, su distribución, la forma de garantizar y ejercer derechos dentro de la misma, y la participación necesaria no es un problema secundario, es tan importante el qué como el cómo, y para nosotros, ese cómo está representado por construir un modelo de ciudad que garantice la participación democrática y la eficacia de los derechos a plenitud.

Por estas razones, para la construcción de un movimiento juvenil en la ciudad de Bogotá, hoy en día, proponemos estos dos ejes de articulación, alrededor de los cuales debe construirse una agenda de exigencias y reivindicaciones, que se encuentren gracias a efectivos canales de comunicación ente todas las expresiones juveniles.

Esto último es lo más difícil de construir, y para eso es que se propone el proceso del Festival Distrital de la Juventud, como una apuesta por construir esos canales de comunicación e interlocución entre las expresiones juveniles, sólo eso puede garantizar un movimiento juvenil de mediano aliento capaz de pelear y arrebatar derechos a quienes tienen el poder en nuestra ciudad.

[1] IDIPRON, SECRETARÍA DISTRITAL DE INTEGRACIÓN SOCIAL & OBSERVATORIO DE CULTURAS. Estudio distrital de juventud 2014. Bogotá (2014).

Disponible en:

http://old.integracionsocial.gov.co/anexos/documentos/2_cdv/catalogo_2014/Estudio%20J%2014%202014.pdf

Hay que decir que este documento se basa en la “Encuesta distrital de Juventud” que fundamentalmente mide las percepciones de los jóvenes frente a determinados temas.