Un poema para Manuel Cepeda Vargas

agosto 9, 2019

Un poema para Manuel Cepeda Vargas

agosto 9, 2019

Manuel Cepeda Vargas, fue asesinado un día como hoy del año 1994 a manos de las fuerzas más degradadas de la ultraderecha colombiana; tanto paramilitares como agentes del Estado participaron en la treta para segar la vida del dirigente comunista, uno de los hijos más valiosos que ha parido la revolución colombiana.

Al militante revolucionario, al periodista, al intelectual y al poeta, hoy lo recordamos con afecto desde las filas de la JUCO en la capital de la ciudad. Hacemos remembranza de su heroísmo y sensibilidad por las causas de los oprimidos y oprimidas de este país, y por su internacionalismo y solidaridad con los pueblos del mundo.

A lo largo de su vida, su pluma estuvo a disposición de las luchas populares y en cada trazo que de su puño y letra brotaban, se expresaba con contundencia la vigencia de la lucha por una sociedad diferente.

Por tal razón, en primer lugar, por parte de nuestra militancia damos a conocer algunos poemas que a manera de homenaje se realizaron para esta fecha; y en segundo lugar, compartimos algunos de los más celebres poemas de Manuel, para que su memoria y su ejemplo pervivan en cada revolucionario y puedan guiarnos en las batallas venideras.

 

EL DECURSO DE CÉFIRO

“(…) Ola tras ola se elevó la vida
hasta hacerse marea”
Manuel Cepeda.

Las hordas negras lo asesinaron, María.
Nos acribillaron a papá,
nos arrebataron el vocablo más consecuente del estrado
dejándonos sin rosas la rivera.
Quedamos solos, Iván,
sin dirigente, ni compañero-ejemplo;
casi destruidos en la tristeza.

Pero resurgimos. Volvimos
para poner las ideas en la tribuna,
regresamos para arengar el mañana,
nos quedamos para afrontar los vestigios del miedo.
Con nuestra bandera rasgada en mil pedazos
tuvimos que aprender a enhebrar, remendar y bordar
tardando algunos lustros
para hilvanar rostros conocidos,
sueños diluidos
y luchas cotidianas.

Que la historia lo juzgue, Yira.
Solamente a ella le dejamos
los heraldos vientos de agosto
y el noveno día concatenado.
Acá la palabra y el verbo triunfa,
la sombra huye,
la tiniebla pasa.

Martín González/agosto 2019

 

PÁJAROS AMARILLOS

Que la vehemencia del poeta es llama
Y la declamación de la injusticia es vocación.

Lentes sin ojos no leen la realidad,
Revolución sin sensibilidad no vence.
Geranios no retoñan si no se riegan
Censores no callan sin hombres como tú

Se ha firmado un palimpsesto de paz,
Busca calmar la sed, el grito, la gracia del golpe
Atinaste al blanco después de tantas flechas
¡Venciste, Prosocialista!

No hay ausencia porque no hay silencio,
La VOZ de Carlos: ‘Mataron a Manuel!
Pintó con ecos primeras planas
Le dio a la lucha más tinta, más piel.

‘El ultimo senador de La Rosa’ se fue
Un blindaje se suma a la esperanza
Cuando se quiere con perdigones exterminar
Las semillas vuelan, con dignidad se alzan.

Pájaros amarillos danzan en La Plaza
Simbiosis de convicción, pintura y habilidad
No nos es clandestina tu joven enseñanza
Las columnas que levantaste ¡No caerán!

Tatiana Muñoz/Agosto 2019


AVE FÉNIX

¿Y por qué
no escapaste
cuando cayeron Jaime,
Leonardo,
Miller?
¿Cuando Teófilo partió en un viaje sin retorno
y Antequera entró en el aeropuerto
y Bernardo lanzó su última sonrisa?
Y cuando aquel desconocido (labriego, obrero, estudiante)
dijo: -Aquí luché, aquí muero.-
Y murió.

No hablamos de la cacería del tigre
ni de la flecha contra el águila
sino de un genocidio a la luz del día,
del racimo entregado al sacrificio,
de abuelos, nietos, hijos, madres
que en vano anhelaron tu regreso.

… Los árboles
transmiten sus semillas
en el aire.
Las lanzas de Bolívar,
las luciérnagas
de Policarpa
y el aullido
de los libertadores
resucitan con niebla
en la hondonada.

Tras la pared de fusilados
invencibles retoñan
los geranios
y deidades anónimas
bautizan callejuelas
del mercado.

¿Quizás el exilio
nos habría salvado?
¿Tal vez el asilo
preservaría a Jaime y a Leonardo
cuando el palacio
armó la mano del esbirro?

Dejemos al examen del futuro
el error de la lucha, si era bueno
acudir a la cita, si era mejor agazaparse, si el tejido
del tapete gigante debería
llevar un hilo de oro o de topacio
en lugar del cabello aniquilado.

Pero
no teorices
sin medir el esfuerzo, la titánica
labor que hace la ola en el océano
ni consigas el titulo con tesis
bien (mal) pagadas
sobre la tumba de los mártires.
Sube un rayo
de luz anunciadora,
una espuma veraz
del fondo oceánico
desde la sencillez
de Jaime
Pardo.

PONE LOS MUERTOS EL PUEBLO

1

Nuevamente un pobre
pobre,
pobre diablo
brinca a cantarle a los ricos:
– Soy un pobre,
pobre diablo,
chico entre chicos
pero no, que no me vencen,
que no me achico.
Ni el oro del mundo entero
ni el plomo del mundo entero
pueden callarme a mi el pico.

2

Pone los muertos el pueblo
y, encima paga los vivos.
Cárcel antes de vencer.
Y cárcel después, amigo.
Pone los muertos el pueblo
y se lleva el enemigo
la victoria, que hizo el pueblo.
Hay testigos.

AMOR SALVAME DE LA PREHISTORIA

Hallo tus fotos
caídas entre los libros,
clavadas en la espalda de mi casa,
atravesándome la frente.
Te veo, reportera,
tapándote de la ventana cruel,
huyéndole al viento verdugo.
Y allí vas
saltando charcos,
retratando a los niños,
descifrando la esfinge suburbana.
Mariposa árabe:
sácame de la prehistoria,
rescátame del diluvio universal.
Y preguntas. Preguntas mucho.
Indagas existencias
hasta hacerlas cantar en tus crónicas
y vuelves a salir
(no esperes, llego tarde)
a la calle apoteósica.
Afuera Bogotá nocturno
emprende comunidades estelares
en su tapíz asiático.
Asciendes
barriadas ventisqueros
y luego:
“Hoy visite Lucero Alto,
pasé por las Colinas,
cómo llovía en el Meissen”.
Entrégame la flor de la suerte
trébol  del nomeolvides
fluvial Ofelia en pos de Hamlet.
Cierra la ventana por Dios:
el sacrílego viento no me deja dormir.