Luego del 19 de octubre al pueblo colombiano y al gobierno nacional le quedó claro que el país anhela un cambio y que se respira lucha. Para la fecha, llegó la minga indígena, social y comunitaria del Sur Occidente a la capital, recibida con enorme entusiasmo y alegría. Lo que se vio en las calles solo tiene un antecedente similar en la parafernalia de la visita del papa Francisco, o cuando se recibe a la Selección Colombia. Esta vez la gente de a pie reconoció al pueblo indígena como ese pueblo que se mantiene en pie de lucha y que resiste ante la violencia sistemática del Estado y de los grupos paramilitares que día a día acechan sus comunidades.
Adicional a ello, el país se dio cuenta de cuán organizados están los pueblos indígenas, las organizaciones campesinas y afrocolombianas, al realizar una movilización desde su territorio hasta la capital del país, demostrando un alto nivel de capacidad logística y de disciplina. También, fue un día en el que Bogotá fue tomada por las arengas, las banderas y la esperanza que guarda el movimiento social interpelando con valentía a la persecución y represión que se vive día a día en múltiples zonas del país.
La alcaldesa por su parte evocó un discurso conciliador y de bienvenida a la minga, manifestó al Gobierno Nacional que debía escucharles y esta vez, evitó que en las calles se desbordara la brutalidad policial. No obstante, Iván Duque como era de esperarse se burló del esfuerzo hecho por la Minga, minimizó y con indiferencia ignoró el contundente llamado por la vida y la paz que hoy es parte de un clamor nacional.
Del mismo modo, el día 21 se convocó desde las organizaciones sociales a un Paro Nacional, por ello las calles volvieron a llenarse de rebeldía y movilización. De la mano de nuestros indígenas, los sindicatos, estudiantes, trabajadores, campesinas y gran parte del sector popular salieron a marchar para exigirle a Duque soluciones de fondo ante la grave situación que enfrenta el país en materia social, económica y política, ante un gobierno cada vez más antidemocrático y reaccionario.
Para ese día por sorpresa, la policía brilló por su ausencia, como suele suceder cuando no hay presencia de la fuerza pública en las movilizaciones, estás transcurren con total éxito. Aún así miembros de la comunidad Misak que se manifestaron al día siguiente en el Aeropuerto Internacional el Dorado fueron retirados por la fuerza por parte de la policía. A pesar de estos hechos, las jornadas de movilización fueron de gran importancia y constituyen un impulso para fortalecer el proceso de Paro Nacional de cara al próximo 21 de noviembre.
Las banderas del pliego de emergencia para proteger a los trabajadores y trabajadoras de la salud, para que el gobierno responda ante el dramático aumento del desempleo y la quiebra de miles y miles de pequeñas empresas y negocios, la exigencia de una renta básica para la población más vulnerable, acciones concretas para frenar las violencias basadas en género hoy agudizadas, entre otras banderas están a la orden del día y solo la movilización y la protesta son las herramientas de las clases subalternas para presionar a un gobierno obstinado y sordo ante la grave situación que afronta el país.
Las lecciones que nos dejan la experiencia boliviana y chilena recientes son elocuentes, la fuerza en las calles y la organización son nuestra mejores armas para derrotar a un gobierno que le ha dado la espalda a una crisis nacional cada vez más crítica.
Por ello, respaldamos y recibiremos con fraternidad y camaradería la peregrinación por la vida y por la paz que las y los excombatientes de las FARC-EP realizan desde distintos rincones del país, exigiendo garantías para vivir. Son al día de hoy 236 firmantes de la paz a quienes se les arrebató la vida, una cifra que crece ante la indolencia del gobierno que poco o nada le importa la paz y la garantía de los derechos humanos en nuestro país, un gobierno donde impera el nepotismo, la plutocracia y el desprecio hacia los sectores populares, un gobierno que solo sirve al gran capital y a las mafias.
A continuación, les dejamos un pequeño registro fotográfico de dos grandes jornadas de protesta que nos llenan de fuerza para seguir en esta ardua lucha por las transformaciones del país, por el fortalecimiento de un gran Paro Nacional que sume más y más fuerzas sociales y políticas para enfrentar la dictadura con entereza y decisión.
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